A la hora de introducir las nuevas tecnologías en el aula como he comentado en las reflexiones anteriores pueden surgir algunos problemas, entre otros el rechazo de aquellos profesores que se aferran a los métodos tradicionales y no quieren ver qué y niegan que las nuevas tecnologías sean una herramienta útil que puede aportar unas ventajas a su aula. No obstante, esta rechazo por parte del profesorado no es nuevo, porque se ha hablado mucho de él lo que me ha sorprendido al leer este capítulo es que el rechazo no es solo por parte del profesorado sino que son los propios alumnos los que se niegan a la adopción de la tecnología en sus aulas (los estudios europeos más recientes muestran que solo un 40% de los alumnos de enseñanza secundaria franceses desearía ver una mayor adopción de la tecnología en las aulas mientras que el resto se muestra indiferente).
Esto me parece raro, ya que la mayoría de los niños de hoy en día utilizan diariamente en sus casas las nuevas tecnologías y es algo que les llama la atención y les gusta, pero creo que el problema es que los alumnos conciben la utilización de las nuevas tecnologías como algo divertido y entretenido y piensan que en clase métodos divertidos no funcionan ya que nunca han aprendido de esa manera. Es una cosa innovadora, nueva, en la que hay que confiar y poner ganas y no se hace.
De este artículo se desprende que tanto profesores como alumnos lo que quieren son soluciones, beneficios y mejorar en sus clases, y en su aprendizaje por eso es importante que tanto alumnos como profesores con estas nuevas estrategias de innovación vean resultados positivos, para que puedan confiar en nuevas metodologías alternativas a las que existen actualmente.
Es importante que los centros se modernicen, dispongan de los equipamientos y de las infraestructuras necesarias y se organicen de una manera destinada a facilitar el aprendizaje y ver de qué manera se puede conseguir el mayor éxito posible.
No obstante, para convencer de que estos nuevos métodos son superiores en comparación con los predominantes en la actualidad y poder confiar en ellos a parte de lo nombrado anteriormente es imprescindible una evaluación de la practica empírica, es decir, valorar el uso de las nuevas tecnologías en el aula para ver si afectan positiva o negativamente en el aprendizaje de los alumnos.
Esta evaluación puede servir para eliminar la desconfianza tanto de profesores como de alumnos sobre las nuevas tecnologías en las aulas y su aceptación puede suponer una modernización en el sistema educativo actual en el cual los alumnos no disfrutan y no participan en su aprendizaje.
Este cambio implica poner muchas ganas y mucho esfuerzo por parte de todos los agentes que intervienen en la educación porque todo este esfuerzo se puede ver recompensado ya que puede cambiar la desgana de aprender de los alumnos, la monotonía de las clases, la desmotivación, la poca relación de los alumnos y los profesores,… es decir, debemos quitarnos el miedo a los cambios y a la innovación y contemplar los beneficios positivos que nos puede aportar utilizar la tecnología en el aula.